Bouazizi, el frutero que sabía de informática

Una de los rasgos fundamentales de la Primavera Árabe es su carácter eminentemente popular y juvenil. No fueron generales ni doctores los que encendieron la chispa del fuego que ha devastado sucesivas autocracias y puesto en ebullición Oriente Medio y el Magreb, extendiéndose incluso a otras áreas geográficas, sino gente de a pie, estudiantes y pequeños empresarios, trabajadores y campesinos.

Esta es la breve historia del vendedor de frutas que prendió la llama de las revueltas, y nunca mejor dicho: La historia de Mohammed Bouazizi, llamado “El padre de la revolución tunecina” y por extensión, posteriormente, de la de toda la franja norte de África. También, este es un apretado recuento de la caída del régimen que durante 23 años mantuvo en un puño a la oposición y la sociedad civil en Túnez.

Un vendedor de frutas

Mohammed Bouazizi nació en Sidi Bouzid el 29 de marzo de 1984.Este joven tunecino, frutero ambulante, perdió a su padre a los tres años y convivía en una pequeña vivienda de una planta, de tres pequeñas habitaciones, cuarto de baño y cocina, con otros ocho familiares ―su madre, dos hermanos y cuatro hermanastros―, ninguno de los cuales tenía un trabajo fijo. Era Mohammed quien cargaba con la responsabilidad de alimentar a la familia.

Estudió y trabajó al mismo tiempo durante una época, y se licenció en Informática. Pero nunca pudo desempeñar esa especialidad como medio de sustento. Aportaba dinero, para que su hermana Leila pudiera ir en la universidad, vendiendo frutas. Por la noche compraba la mercancía que vendía al día siguiente. En algunas jornadas ganaba 10 ó 15 dinares (unos ocho dólares). “A menudo, menos”, ha relatadosu hermanastra de 19 años citada por el diario madrileño El País.

“Muchas veces los policías le robaban el género. Otras lo desparramaban por el suelo y tenía que salir corriendo. Nada extraño en el Túnez rural, habituado a la rampante corrupción policial, a la exigencia de mordidas, al abuso de poder, a la prepotencia de los agentes y al miedo que causaban entre los 40.000 vecinos de la ciudad”, relata el periodista Juan Miguel Muñoz. Hasta que un día, el 17 de diciembre de 2010, “el padre de la revolución tunecina” dijo basta. La policía le pidió dinero para permitirle que siguiera vendiendo―no disponía de permiso de venta―, pero él se negó a dárselo. Fue golpeado y vejado, y decidió poner fin a la pesadilla prendiéndose fuego. Compró un bidón de gasolina de cinco litros y se quemó vivo delante de dos guardias, frente al edificio del gobierno regional.

Tras ser hospitalizado, Mohamed Bouazizi falleció a causa de las quemaduras el 4 de enero de 2011, a los 26 años, luego de que el gobernante tunecino en persona, Ben Ali, se acercara a visitarle y se retratara a su lado.

Pero ya era tarde para demostraciones oportunistas. Las protestas se sucedieron en Sidi Bouzid, Kasrine, Gafsa, Thala, Douz, Tozeur y otras localidades. Los tunecinos recurrieron Internet, y en él a Facebook ―censurado con frecuencia―, para organizarse y reaccionar frente al sistema represivo. Sin el ciberespacio y las contribuciones informativas de la televisora Al Jazeera, la revolución habría avanzado mucho más lentamente o, tal vez, ni siquiera hubiera sido posible.

El miércoles 5 de enero de 2011, cibernautas tunecinos apoyados por el grupo ciberdisidente Anonymous lograron paralizar las webs de la Administración gubernamental. El 11 de enero,Ben Ali destituyó a su ministro del Interior y ordenó el cierre de todos los centros educativos. Se impuso la ley marcial. Al día siguiente, sin embargo, en la capital y sus suburbios, la revoluciónya era un hecho. El autócrata anunció en la televisión nacional que no se presentaría a los próximos comicios, previstos para 2014, pero la promesa no mermó la intensidad de las manifestaciones, que yahabían alcanzado un punto de no retorno.

El 14 de enero del 2011, Ben Ali abandonó el país dejando el gobierno a cargo del ejército, y se refugió en Arabia Saudita. Un vendedor de frutas quemado a lo bonzo, Mohammed Bouazizi, había reducido a cenizas su reinado.

Redacción

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