Salvemos Togo: Mujeres en huelga marital

Desde 1963 la república africana de Togo ha sido gobernada con mano de hierro por la familia Gnassingbé. El general Gnassingbé Eyadéma presidió el país desde 1967 hasta su muerte en 2005, fecha en la que lo sucedió en el trono su hijo Faure Gnassingbé. Ambos han dejado un reguero de muertos, heridos y desplazados a su paso por el poder, una situación insostenible a la que ahora se enfrenta el Colectivo de Mujeres “Salvemos Togo”, movimiento que en agosto de 2012 recurrió a una ingeniosa manera de enfrentar la dictadura: La huelga de sexo.

“Las mujeres togolesas se declaran en huelga de sexo para tratar de movilizar a sus parejas, para que lleven a cabo más acciones para provocar la salida de Gnassingbé del poder”, explica la responsable del movimiento, Isabelle Ameganvi. La activista llamó a las mujeres togolesas a seguir el ejemplo de las liberianas, que tomaron idénticas medidas para acelerar la llegada de la paz durante la guerra civil vivida en ese país hasta 2003.

Y es que, como anotara Javier Brandoli en el diario español El Mundo (http://www.elmundo.es/elmundo/2012/08/31/internacional/1346430081.html), “Amegavani no ideó este singular parón, sino que se inspiró en una revuelta anterior que lideraron las liberianas, y premios Nobel de la Paz, Ellen Johnson Sirleaf y Leyma Gbowee, en 2003. Entonces, estas dos mujeres convocaron una huelga de sexo que tuvo un importante seguimiento entre las mujeres de un país desangrado por una guerra cruel y eterna. Leyma, de hecho, contestaba hace poco así a la pregunta de si son efectivas las huelgas de sexo:

“Son efectivas en el sentido que llaman la atención de las personas. Lo del sexo puede ser algo exótico, pero hace que los hombres piensen. El porcentaje de hombres que viven de la guerra es muy pequeño. Los hombres buenos son más numerosos que los malvados. Nuestra estrategia ayuda a los hombres buenos a que entren en acción”.

El ejemplo de Leyma Gbowee. Mujeres por la Paz / Liberia:


En 2002, Gbowee era una trabajadora social hastiada de la violencia en Liberia. Organizó entonces el movimiento “Mujeres por la Paz”, cuyas integrantes rezaban y cantaban en los mercados, y desfilaban vestidas de blanco para simbolizar la paz. La huelga marital resultó una de sus armas más contundentes, pues levantó una polvareda mediática que trascendió incluso las fronteras nacionales. El entusiasmo y un ambiente festivo que ha desafiado la rigidez patriarcal propia de los regímenes de fuerza, han sido en claves en el éxito de este singular movimiento.

Finalmente, Mujeres por la Paz puso fin a la Segunda Guerra Civil liberiana y condujo a la histórica toma de posesión de Ellen Johnson Sirleaf, la primera mujer africana en ser elegida presidente.

“A raíz del movimiento, las mujeres liberianas han asumido un papel de mediadoras, reuniéndose regularmente para compartir información sobre los problemas de sus comunidades”, reseña la periodista española Victoria Calderón. “Las reuniones congregan hasta a 200 personas y se han convertido en un importante agente social en su país. Denuncian violaciones, resuelven conflictos étnicos y religiosos, ayudan a la policía para capturar a sospechosos de crímenes de género,  y hasta han emprendido programas de alfabetización” (http://internacional.elpais.com/internacional/2011/10/07/actualidad/1317981027_542283.html). Un precedente invalorable para el Colectivo de Mujeres “Salvemos Togo”, cuya lucha por el futuro apenas comienza.

En países de fuerte cultura patriarcal, como es el caso de los africanos, iniciativas del corte de las impulsadas por  Leyma Gbowee e Isabelle Ameganvi están poniendo de cabeza el sistema de valores en el que se asientan la exclusión y la discriminación. Adicionalmente, su alcance comunicativo resulta considerablemente mayor que el de otras iniciativas más tradicionales o trilladas, las cuales, sin dejar de ser válidas, rara vez consiguen rebasar el país en el que surgen informativamente hablando. La huelga marital constituye así una inteligente y efectiva manera de denunciar el abuso y luchar por la paz y los derechos civiles, poniendo en el mapa noticioso internacional el esfuerzo de unas mujeres habitualmente ninguneadas, residentes en naciones de tan escasa repercusión mediática como Togo o Liberia.

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