Para nadie es un secreto que el periodismo ciudadano vinculado, fundamentalmente, a Internet, jugó un papel instrumental clave, de coordinación y difusión, en los movimientos sociales de la Primavera Árabe que dieron al traste con varios regímenes de la región. Una circunstancia que ha puesto todavía más en guardia a la clase política castrista contra el influjo liberador que podría ejercer la Red de Redes en el seno de la sociedad cubana.
Todo comenzó en Túnez, donde las autoridades recurrieron al viejo expediente de silenciar a la televisión y otros medios tradicionales tras los sucesos de Sidi Bouzid, donde la inmolación del vendedor de frutas Mohamed Bouazizi desató encendidas protestas contra el régimen de Ben Ali (http://elpais.com/diario/2011/01/23/domingo/1295758353_850215.html). Es entonces que surge Internet como fuente y vector de información, con Facebook jugando un papel protagónico en la difusión de comentarios, fotos, videos, etcétera. En el sitio Bambuser.com podían seguirse los acontecimientos en directo. Los llamados a manifestarse online se propagaron a países como Egipto, Libia, Yemen, Siria, Irán, Irak y Marruecos, entre otros.
El egipcio Wael Ghonim, uno de los internautas más implicados en la organización de las protestas populares que dieron al traste con el régimen de Hosni Mubarak, lo resume diametralmente: “Si quieres liberar a una sociedad, dale Internet”. Y Lionel Jospin, primer ministro francés entre los años 1997 y 2002, habla de que el nuevo periodismo ciudadano, fundamentalmente a través de la cadena Al Jazeera y su reproducción y discusión a nivel cibernético, ha introducido “la cultura del debate en el mundo árabe”.
El caso egipcio es altamente simbólico, pues fue la muerte de un bloguero de ese país a manos de la policía política, en junio de 2010, lo que desató los movimientos de denuncia en las redes sociales (en Facebook, “Todos somos Khaled Said”) que desembocaron en las protestas de la Plaza Tahrir.
El caso sirio, donde desde hace ya dos años se libra una cruenta guerra civil, también es sintomático. A través de las redes sociales, los vídeos e imágenes de los crímenes y actos vandálicos perpetrados por el régimen de Bashar al Assad insuflaron vitalidad a la primera manifestación pública opositora en la capital del país (15 de marzo de 2011). En esa ocasión, miles de personas respondieron a la convocatoria por Facebook de un “Día de la Ira”. La difusión cibernética de las marchas, fundamentalmente a través de Youtube y el propio Facebook, engendró a su vez nuevas manifestaciones. El 23 de marzo, en la ciudad de Deraa, unos 100 kilómetros al sur de Damasco, la represión de otra multitudinaria protesta causó más de una docena de civiles muertos. La marea del cambio ya era indetenible.
Como apunta la periodista de origen libanés Octavia Nasr, los levantamientos de la Primavera Árabe no nacieron en 2010 o 2011, sino que fueron gestándose durante años. “Pero las redes sociales y el periodismo ciudadano los empujaron hacia el frente, y han hecho casi imposible que los grandes medios de comunicación los ignoren” (http://ijnet.org/es/blog/octavia-nasr-las-redes-sociales-fueron-un-megafono-para-la-primavera-arabe).
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