Youtube es un archivo inmenso y en continua expansión. En el año 2006, cuando me convertí en usuario del site, contenía unos 16,000 millones de videos. No obstante, en esa enorme galaxia la cantidad de filmes sobre la Cuba de los sesenta es bastante escasa. Algunos musicales de grupos y solistas del momento, escenas del programa humorístico San Nicolás del Peladero, unos cuantos fragmentos de discursos de Che Guevara. No mucho más. En la biblioteca fílmica más grande que haya conocido la humanidad, los testimonios cinematográficos con los que pudiera construirse una historia documental de la revolución cubana, brillan por su ausencia.
Poco, muy poco, puede encontrarse de los extensos y cotidianos discursos de Fidel Castro o de sus entrevistas y encuentros con la intelectualidad cubana y mundial. La historia de la Revolución parece haber dejado una exigua memoria fílmica. De la prolífica obra del internacionalmente reconocido cineasta Santiago Álvarez sólo hay en Youtube unos cinco o seis documentales. Parecería como si todos esos materiales no se hubieran conservado, estuviesen ocultos o su publicación hubiese sido negligentemente desatendida por los funcionarios del Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) de las oficinas del Partido Comunista Cubano.
La llegada a Youtube de 'Fiel' Castro, documental del cineasta cubano Ricardo Vega, contribuye a cubrir, aunque todavía de un modo muy precario, esa laguna. 'Fiel' Castro está enteramente realizado con imágenes de archivo y en la mayoría de los casos con noticieros propagandísticos confeccionados por el propio gobierno. Raras veces es posible encontrar una crítica tan demoledora del devenir de la revolución cubana. Las imágenes del realismo socialista, las canciones panfletarias, los proyectos económicos absurdos (dignos de cualquier relato del Realismo Mágico), los discursos demagógicos, las decisiones que afectarían el futuro de la nación aprobadas de manera irresponsable por la multitud que asistía a escuchar al líder de la Revolución. El propio entusiasmo de las multitudes tiene un carácter monstruoso (como en su momento supo representarlo la pintora Antonia Eiríz).
En el documental, de 51 minutos de duración, el director Ricardo Vega apenas interviene. Sus comentarios se limitan a algunas alteraciones de la banda sonora y a la inserción de unos pocos textos que parecen dividir el filme en varios segmentos. El resto es un trabajo de edición muy ingeniosamente elaborado, dejando que las imágenes hablen por sí mismas, que dialoguen unas con otras, que se contradigan, de modo tal que sea el espectador quien haga sus propias interpretaciones. Y sobre todo, dificultando la presunta crítica de que el documental es una ‘propaganda enemiga’, en la que el gobierno cubano suele escudarse de manera tan exitosa.
Anteriormente el escritor Reinaldo Arenas había intentado algo similar. Se sirvió de las publicaciones cubanas, sobre todo los editoriales del diario Granma, para denunciar lo que sucedía en Cuba. Fue tildado de reaccionario y en sentido general su labor no fue muy exitosa. La palabra escrita no suele ser del todo convincente. La memoria visual es mucho más poderosa, debido en gran medida a ese célebre enunciado que, de acuerdo con Barthes, era el fundamento que diferenciaba a la fotografía de la pintura o el texto: eso ha ocurrido. En la fotografía, pero seguramente con mucho más vigor en los materiales cinametográficos, la realidad, como afirmaba Barthes, se superpone al pasado. En 'Fiel' Castro, gracias a la decisión de Vega de evitar en la medida de lo posible la inclusión de sus propios criterios, la propaganda revolucionaria se revela como esa realidad yuxtapuesta al pasado. Y no sólo por las imágenes mismas, sino también por el lenguaje artificialmente entusiasta y apologético de los fragmentos escogidos.
El documental de Vega, a su vez, permite confirmar lo que es una sospecha: si los testimonios fílmicos sobre la revolución cubana son muy parcos en Youtube, se debe a que son frecuentemente subversivos. Los encargados de la propaganda del gobierno cubano, al cercenar el pasado, proporcionan otra versión de la conocida sentencia “la revolución, como Saturno, termina devorando a sus propios hijos”. Aquí el hijo devorado es la Historia, borrada de manera virtualmente absoluta, reducida a algunas representaciones icónicas –como la foto del Che, de Korda- que han devenido en meras imágenes mediáticas y en símbolos de rebeldía para adolescentes y despistados.
Ernesto Menéndez-Conde: (http://lapizynube.blogspot.com/)
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