Cuba, ¿entre China y Libia?

a) Echaron los jazmines a la basura. b) Movilizaron a mercenarios extranjeros contra su propio pueblo. Dos maneras diametralmente opuestas de reaccionar ante un mismo fenómeno en boga: el descontento popular frente a regímenes de fuerza por el estilo del libio, el chino y el cubano.

La policía china dispersó el 20 de febrero pasado, en Pekín y Shangai, dos manifestaciones convocadas a través de Internet para llevar a cabo una autodenominada “Revolución de los jazmines”, informó en su momento la agencia de noticias italiana ANSA. La revolución estaría inspirada “en los movimientos populares que sacuden desde hace meses al mundo árabe, de Túnez a Egipto y de Argelia a Bahrein”.

En la capital china, a pocos pasos de la emblemática plaza Tiananmen, varias decenas de personas confluyeron en silencio para descubrir que el sitio se encontraba cubierto por un masivo operativo policial. “Lo que no impidió que Liku Xiaobai, un estudiante de 25 años, llegara a arrojar al aire ramos de jazmines. Las flores fueron recolectadas por la policía y arrojadas a un cesto de basura, y cuando el joven intentó recuperarlas fue detenido por agentes presentes en el lugar”.

“En el lugar ―apunta ANSA― también estuvieron presentes un gran número de periodistas extranjeros y el embajador estadounidense en China, Jon Huntsman, que llevaba de la mano a una de sus hijas adoptivas chinas y estaba acompañado, además, por su esposa y otros miembros de su familia”.

Así, de manera silenciosa, sin recurrir a medidas de fuerza extremas, en un país totalitario en el que la represión preventiva se conjuga armoniosamente con la dinámica cultural de una sociedad gregaria, las autoridades comunistas lograron abortar el primer intento serio de la disidencia para reproducir en China las protestas del mundo árabe.

En cambio, en Libia, cuyo régimen se considera “revolucionario” y donde comités por el estilo de los castristas, afectos a Gaddafi, sirven de muro de contención contra el descontento popular, la oligarquía en el poder ha llegado incluso a contratar a mercenarios extranjeros para que disparen contra la población sublevada, bombardeando por tierra, mar y aire a los opositores.

A lo largo de semanas los rebeldes libios han apresado e incluso mostrado ante las cámaras de la televisión a decenas de mercenarios al servicio del dictador. El periódico británico The Sunday Times señalaba ya en febrero que varios centenares de soldados zimbabuenses, así como pilotos de la fuerza aérea del régimen de Robert Mugabe, volaron de Harare a Libia en un avión chárter para unirse a las fuerzas de Gaddafi. Un detalle no precisamente despreciable: las tropas eran de la Quinta Brigada, apunta la agencia EFE, “entrenada en Corea del Norte y famosa por haber aplastado una rebelión en Matabeleland a comienzos de los ochenta, operación que costó la vida a 20.000 civiles”.

Por otra parte, los servicios de internet, que eran ya intermitentes en Libia, estaban totalmente paralizados a principios de marzo. Debe tenerse en cuenta que sólo alrededor del 6% de los libios tenía acceso al ciberespacio antes de las revueltas (sobre todo en la capital, Trípoli), en comparación al 24% de los egipcios o el 81% de los estadounidenses, según una investigación del grupo OpenNet. Ello ha facilitado el trabajo de los represores, manteniendo parcialmente desinformada a la comunidad internacional.

Redacción

No hay comentarios: