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Hace un tiempo, en una clase, comentaba a mis alumnos de periodismo que, dado que iban a ser especialistas en comunicación, debían estar allí donde está la comunicación. Me refería a Twitter. La reacción de algunos de ellos fue un tanto reaccionaria y se abrió un controvertido debate acerca del uso de las redes sociales que me hizo pensar en esta idea: ¿Existen net-insumisos?
En realidad más que de net-insumisos debería hablar de facebook-insumisos, twitter-insumisos, etc., es decir, gente que se niega a participar de estas redes sociales, o de alguna de ellas, por considerarlas intrusivas, innecesarias, o bien porque sienten que pierden su intimidad y la ponen en manos de grandes empresas desconocidas.
La reflexión me puso ante la necesidad escribir no un alegato, pues no soy yo quien para abogar por una causa que además no es la mía, pero sí al menos una razonada argumentación acerca de la oportunidad (entiéndase como contrario a inoportunidad) para un ciudadano de a pie de estar en las redes sociales, y más concretamente, en Twitter.
Podría escribir una de esas listas extensas “10 razones para estar en Twitter”, breve y superficial, que tanto gustan en las redes y son virales en sí mismas, de esas que todo el mundo retuitea y un pequeño porcentaje lee, pero me quedo solo con tres, tres razones para estar en Twitter que espero que además, sean más leídas que tuiteadas o, al menos, tan leídas como tuiteadas.
1) Porque es donde están las empresas. El hecho de que las empresas se hayan lanzado a las redes sociales no es para verlo como un ataque a nuestra intimidad sino como una nueva forma de gestionar su propia información. Como ciudadano de a pie, saber que existe un medio público en el que podamos expresar nuestras dudas o insatisfacciones por el producto adquirido es garantía de calidad. Si antes éramos los pasivos ciudadanos que nos tragábamos lo que echaban en la televisión, las cuñas de radio y los desplegables de semanarios, ahora clicamos, comentamos, preguntamos, participamos en foros, en los que todo el mundo puede replicar. La fuerza de la visibilidad pública, del comentario compartido, de la viralidad de la queja en una herramienta como Twitter, que mueve la información a la velocidad de la luz, hace de ellas una herramienta de gran utilidad para el ciudadano. Ya no hay por qué colgarse al teléfono media hora para que un departamento de atención al cliente guarde nuestra ficha en el cajón hasta nuevo aviso, en Twitter escribimos nuestra queja alto y claro y alguien recoge el guante.
2) Porque están los periodistas y los medios. Cualquier ciudadano siempre ha querido estar informado, y aunque las noticias procesadas que uno recibe a través de los medios de masas le ahorran tiempo y le dan la información masticada, clara, razonada y contextualizada, abrir Twitter es entrar en la comunicación directa entre medios y periodistas. El tweet es la última noticia, el evento que hay que seguir, la portada que aparecerá mañana en los periódicos. Twitter es quizás la herramienta de gestión de información más independiente que existe hoy en día: no solo decides qué noticia leer, sino a quién leer, cuándo y cómo leerlo, si merece la pena enlazarlo, pasarlo a tus amistades, etc.
Existe un doble valor en Twitter para el ciudadano de a pie, y es que, aunque los periodistas o los medios no te sigan porque, aparentemente, no eres de su interés, sí te escuchan. El periodista tiene una curiosidad natural, necesita saber qué dice la gente de a pie, escuchar a la calle, y Twitter es el foro ideal para encontrar esos temas. Por eso los famosos “trending topics” (temas calientes, que marcan tendencia, aquellos de los que todo el mundo habla) se convierten en noticia, sin importar quién ha aportado comentarios al asunto. En Twitter el ciudadano se convierte también en tendencia, en medio, porque es una fuente de la que el periodista extrae información. Esa bipolaridad, esa información de ida y vuelta, convierte al ciudadano anónimo en parte del medio. Desaprovechar el poder de una herramienta tal solo se le ocurriría a alguien que no valora en su justo precio el valor de la democracia y la libertad de expresión o bien que aún no es consciente del poder de la palabra, pese a ser anónima.
3) Porque están los políticos. Al igual que los medios de información, los políticos se han rendido al poder de Twitter. Las razones son obvias: Twitter no solo es un gran altavoz desde el que dirigir su mensaje a la ciudadanía, sino una fuente inagotable de información gratuita procedente de todos los estratos sociales. Si pensamos en lo que eso significa, nos daremos cuenta rápidamente del inestimable valor que puede tener Twitter para un partido político: ¿hacia dónde dirigir nuestras promesas? ¿cómo construir nuestro discurso? Saber lo que comenta la gente es la razón por la que se ha invertido siempre en encuestas de opinión. Twitter lo vuelve todo más inmediato. Alguien pensará que en este caso estamos en manos de los políticos y de quien maneja la información, ahora que a través de las redes sociales saben lo que pensamos, pero si volvemos a la idea de que el poder es de ida y vuelta, la perspectiva cambia.
No es necesario que ponga el ejemplo del poder de Twitter en revueltas como las de Egipto o Túnez, que certifican el valor de la palabra ante gobiernos tiránicos, para demostrar el valor que nuestra voz en Twitter puede tener cuando vivimos en democracia. La posibilidad de monitorizar y replicar a nuestros políticos, de citarles, inquirirles, incluirles en nuestras súplicas o proyectos con un simple @, aunque no nos respondan, es una manera de dirigir su atención a nuestra causa.
Alguien pensará que no lo leen, cosa poco probable, porque por más que uno haga oídos sordos a quien le habla en la calle (en Twitter a quien le añade un @), aunque no escuche, sí oye. Así pues, el ciudadano de a pie puede usar Twitter para plantar la semilla, que esta se convierta en un árbol, que dé flor y fruto, dependerá de la potencia, el aliciente, o el poder de seducción del mensaje tuiteado.
Para aquél que además, a estas alturas, aún no esté en Twitter, habrá pronto una cuarta razón de peso para unirse a la conversación: Porque estás tú.
Beatriz Calvo Peña
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