1. La literatura alternativa

La literatura alternativa en Cuba, censurada por el Estado totalitario cuando no perseguida abiertamente, comienza bien temprano su vía crucis. Tras el triunfo castrista de 1959, tiene lugar el proceso de cierre de los principales periódicos del país, una de las razones fundamentales por la que muchos periodistas e intelectuales opuestos al rumbo dictatorial que tomaba la llamada “revolución cubana”, abandonan la Isla. Es el caso de Gastón Baquero, uno de los más importantes escritores cubanos de todos los tiempos, que se exilia en España en la primavera de ese año.
El 14 de junio del año 1961, en una reunión con intelectuales, Fidel Castro establece el criterio desde el cual la cultura cubana, particularmente los escritores y creadores de opinión, podía desenvolverse públicamente: “Dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”. La frase marcó la política oficial del régimen y condenó al ostracismo, cuando no a la clandestinidad y a la cárcel, a quienes disentían o, sencillamente, no se consideraban revolucionarios.
Pocos meses después, en noviembre del mismo año, tiene lugar el cierre del suplemento literario del periódico Revolución, “Lunes de Revolución”, dirigido por Guillermo Cabrera Infante, y en el que colaboraron escritores como Antón Arrufat, Edmundo Desnoes y Virgilio Piñera, posteriormente exiliados o marginados por el sistema. La línea independiente de la publicación había entrado en conflicto con Fidel Castro.
Para que se tenga una idea de cuál es la política oficial en Cuba en este apartado, cabe decir que el Artículo 53 de la Constitución vigente reconoce la libertad de expresión, pero sólo cuando ella responde a los “fines de la sociedad socialista”. Fragmentos de la declaración del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, celebrado en 1971 en la Isla, son elocuentes, y citamos:
“Es insoslayable la revisión de las bases de los concursos literarios que nuestras instituciones promueven, así como el análisis de las condiciones revolucionarias de los integrantes de esos jurados y el criterio mediante el cual se otorgan los premios (...) Los medios culturales no pueden servir de marco a la proliferación de falsos intelectuales que pretenden convertir el esnobismo, la extravagancia, el homosexualismo y demás aberraciones sociales en expresiones del arte revolucionario (...) Condenamos a los falsos escritores latinoamericanos que después de los primeros éxitos logrados con obras en que todavía expresaban el drama de estos pueblos, rompieron sus vínculos con los países de origen y se refugiaron en las capitales de las podridas y decadentes sociedades de Europa Occidental y los Estados Unidos para convertirse en agentes de la cultura metropolitana imperialista (...) Rechazamos las pretensiones de la mafia de intelectuales burgueses seudoizquierdistas (...) La cultura, como la educación, no es ni puede ser apolítica ni imparcial (...) El apoliticismo no es más que un punto de vista vergonzante y reaccionario en la concepción y expresión culturales...”.

Ediciones El Puente

Entre los años 1961 y 1965 Ediciones el Puente, fundada por el poeta José Mario, constituyó un oasis de creación alternativa en Cuba, aunque vigilado de cerca por la policía política. Recordado principalmente como una de las víctimas de la represión social en la Isla en la década del sesenta, el grupo en torno a esta editorial semi-independiente fue acusado por el régimen, entre otras cosas, de extender la homosexualidad y el Black Power, publicar a exiliados y tener relaciones con extranjeros. Varios de sus integrantes fueron detenidos, o se les envió a campos de trabajo forzado, mientras otros abandonaban el país. También algunos autores de esta promoción, como Nancy Morejón y Miguel Barnet, se integraron posteriormente al oficialismo, renegando de su pasado independiente.
El Puente introdujo a docenas de nuevas voces al mundo literario, publicando finalmente a más de veinte autores y poniendo a disposición del público varias docenas de libros de poesía, teatro, ficción y folclor.

El Caso Padilla

El Caso Padilla tuvo su origen en la publicación, en 1968, del poemario Fuera de juego. El libro, que mereció en un inicio el premio de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, acabó provocando el encarcelamiento de su autor, Heberto Padilla, quien fue forzado mediante tortura a retractarse de sus críticas al gobierno comunista, en 1971. La luna de miel entre la intelectualidad occidental y el régimen de Fidel Castro sufrió una primera y grave crisis a causa de ello.
A partir del Caso Padilla, la producción literaria cubana se divide en dos extremos claramente delimitados: la literatura oficial o tolerada y la clandestina o alternativa. Aunque estos dos extremos muchas veces se tocan o entremezclan, es innegable que la existencia de una literatura “para ser archivada” ha marcado con un sello distintivo la producción literaria cubana del último medio siglo. De esto son ejemplo autores como Reinaldo Arenas y Carlos Victoria o, entre las generaciones más jóvenes, Armando de Armas, Augusto Gómez y Ariel León, cuyas obras, o buena parte de ellas, fueron escritas en Cuba “para ser archivadas”.

El caso de un escritor desconocido, encarcelado a finales de los años setenta

De cualquier manera, no todos los escritores reprimidos en Cuba habían publicado antes de serlo, ni todos eran suficientemente conocidos al momento de caer en desgracia. El caso del narrador Daniel Fernández, actualmente exiliado en Miami, lo ejemplifica. Como decía este autor en artículo publicado en esta misma revista a propósito del éxodo del Mariel:
“Al detenerme la Seguridad del Estado en los muelles de La Habana, donde había estado trabajando como bracero-estibador durante casi diez años, ya yo tenía varias obras de teatro, numerosos cuentos, un libro de poemas y un par de novelas escritas. Sin contar una película “subterránea” dirigida por Tomás Piard —actualmente un reconocido cineasta del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas, ICAIC—. De toda esa obra, mi novela La vida secreta de Truca Pérez, en la que se inspiraba la película mencionada (El golpe), alcanzó cierta popularidad clandestina, y por eso fui finalmente detenido. Creo que es el único caso en Cuba, o en cualquier parte, de un estibador de los muelles que es enviado a la cárcel por haber escrito una novela. ¿Cuántas más no pude haber escrito allá, en una Cuba distinta?
“Aclaro que aunque la novela planteaba fundamentalmente el problema de la persecución a los homosexuales, sólo había un párrafo bien honesto en el que el personaje, al reflexionar sobre la historia de Cuba, incluía a Castro entre la lista de tiranos “del enclave caribeño de la estupidez, la testicularidad y el pecado”. Me pedían ocho años de privación de libertad, y me sentenciaron a cuatro. Pero afortunadamente, como año y medio después de comenzado mi encierro, me indultaron con un grupo de presos políticos”.

La Carta de los Diez

El 10 de junio de 1991, un grupo de jóvenes intelectuales firmaron un manifiesto público pidiendo un debate nacional “para evitar la catástrofe que amenazaba al país” tras el derrumbe del llamado “Campo Socialista”, así como amnistía para todos los presos de conciencia, la eliminación de las exclusiones migratorias, etcétera. El documento, conocido como “La Carta de los Diez”, causó gran conmoción dentro y fuera de la Isla y fue firmado, entre otros, por escritores del calibre de María Elena Cruz Varela, Raúl Rivero, Manuel Díaz Martínez y José Lorenzo Fuentes.
“Urgimos a los obreros y científicos, militares y sindicalistas, campesinos y estudiantes, a las amas de casa y, en fin, a todos los ciudadanos, a contribuir activamente en la búsqueda de una solución que aleje de nosotros el hundimiento como estado civilizado. En esta hora la política es demasiado importante para dejársela a los políticos. Toda verdad absoluta es en realidad una verdad obsoleta”, aseguraba en su introducción la Carta.  

Revistas y proyectos alternativos

Otra expresión de la literatura alternativa en Cuba ha sido el desarrollo de revistas que, contra viento y marea, imprimiendo unos pocos ejemplares a manera de fotocopias, han conseguido circular en Cuba, sobre todo en La Habana. Entre las publicaciones y proyectos literarios alternativos surgidos en los últimos 30 años en la Isla ―Proyecto Paideia, Proyecto Desliz, Revista Voces, etcétera— cabe detenernos en la revista Diáspora(s), fundada por el escritor y editor Rolando Sánchez Mejías, actualmente exiliado en Barcelona, y que durante varios años fue editada clandestinamente.
Dice la escritora y bloguera Lizabel Mónica:
“Sánchez Mejías fundó en Cuba, allá por los años noventa, la revista de escritura y pensamiento Diáspora(s), que sigue siendo hoy un hito dentro de la literatura cubana contemporánea. Diáspora(s) llegó para provocar un vuelco dentro del panorama nacional, pero sobre todo, para señalar las posibilidades de hacer la diferencia(s). Detrás de la revista impresa que circulaba semiclandestina y de mano en mano entre los escritores habaneros, había un grupo que hablaba de literatura, pero cuya jerga era diferente a todo lo que se había escuchado hasta entonces”.
Más recientemente, la revista Voces, editada por Orlando Luis Pardo y Yoani Sánchez, ha circulado clandestinamente en Cuba reuniendo textos de escritores y periodistas residentes en la Isla y el exilio.  La publicación, ya en su número 14, se identifica como una “revista free-lance hecha por los blogueros alternativos desde La Habana”.

Las Bibliotecas Independientes

En 1998, tras las declaraciones de Fidel Castro en la Feria Internacional del Libro de La Habana (donde aseguró que “en Cuba no hay libros prohibidos, sino que no hay dinero para comprarlos”), Berta Mexidor, economista de la provincia de Las Tunas, puso en marcha el proyecto de Bibliotecas Independientes. “Los objetivos principales eran abrir un espacio neutral de culturización, dedicado a la lectura, el debate, la investigación y el análisis de diversos materiales, y ampliar los horizontes culturales e investigativos de toda persona interesada”, puede leerse en la página digital Cubanet. Se trata, en suma, de centros que ponen en manos de los cubanos literatura no censurada por el gobierno, en temas como política, historia, economía, cultura, etcétera.
Actualmente hay en Cuba más de 150 bibliotecas independientes que “cuentan con más de 2500 grupos de lectores en centros vitales de la enseñanza, la salud, las fábricas, y otros”, según su actual directora, Gisela Delgado Sablón. Se trata de locales modestos, por lo general precariamente instalados en las viviendas de opositores y periodistas independientes, pero de un valor incalculable para los cubanos.
En la ola represiva conocida como “Primavera Negra de Cuba”, en el año 2003 ―durante la cual fueron injustamente condenados a largas penas de cárcel 75 opositores, periodistas y activistas cívicos, tras celebrárseles simulacros de juicios―, resultaron encarcelados 17 bibliotecarios independientes.

Internet y la literatura alternativa


Básicamente a partir de la segunda mitad de la primera década del siglo XXI, la literatura alternativa desembarca en Internet. Cabe mencionar a tres escritores jóvenes que por estos años, ya con libros publicados y premios obtenidos en la Isla, deciden engrosar la cultura alternativa cubana al punto de convertirse en blogueros independientes y colocarse en la mira de la policía política. Son ellos Orlando Luis Pardo, Ángel Santiesteban y Luis Felipe Rojas.
Ángel Santiesteban (La Habana, 1966). En 1999 ganó el premio César Galeano, que convoca el Centro Literario Onelio Jorge Cardoso en Cuba, y en el 2001 el Premio Alejo Carpentier que organiza el Instituto Cubano del Libro con el conjunto de relatos Los hijos que nadie quiso. En el 2006, ganó el premio Casa de las Américas en el género de cuento con el libro Dichosos los que lloran. Ha sido publicado en numerosos países.
Luis Felipe Rojas (Holguín, 1971). Tiene publicados en Cuba los poemarios Secretos del Monje Louis (2001), Animal de alcantarilla (2004), Cantos del mal vivir (2005) y Anverso de la bestia amada (2006). Dirigió la revista alternativa de literatura “Bifronte”, que el gobierno cubano aplastó, persiguiendo a sus realizadores hasta expulsarlos de la vida pública en 2006.
Orlando Luis Pardo (La Habana, 1971). Ha publicado Collage Karaoke (Premio en Narrativa del V Concurso Pinos Nuevos), Empezar de cero (Premio de Narrativa del XII Concurso Luis Rogelio Nogueras), Ipatrías (Premio Félix Pita Rodríguez 2005) y Mi nombre es William Saroyan (Premio Calendario 2006). Fue el ganador del Premio Franz Kafka del 2009 con la colección de relatos Boring Home.
En esta etapa, la literatura y el periodismo alternativo cubanos alcanzan gran difusión en Internet a través del Movimiento Blogger. A éste pertenecen blogs como Generación Y (Yoani Sánchez), Octavo Cerco (Claudia Cadelo y Ciro Díaz), Desliz (Lizabel Mónica), Habanemia (Lía Villares), Omni-Zona Franca (Amaury Pacheco y Luis Eligio Pérez, entre otros), Lunes de Post-Revolución (Orlando Luis Pardo), etcétera.
Un hito del movimiento ha sido la Academia Blogger impulsada por la filóloga Yoani Sánchez. En 2010 la academia inauguró su primer curso de tres meses, en el que participó una veintena de blogueros y donde se enseñaron “métodos y nuevas formas para continuar informando a los habitantes dentro y fuera de la Isla a través de la Internet. Entre las asignaturas impartidas estaban Periodismo Interactivo, Ética y Derecho, Cultura Cubana, Blogspot, Word Press y Fotografía”.
También cabe mencionar la creciente importancia de Twitter, en vista de la proliferación de celulares en la Isla y las denuncias que a través de esta red social son capaces de colocar en el exterior los activistas independientes en Cuba. Además, la posibilidad de grabar videos caseros con Ipods y otras tecnologías ha permitido que muchos disidentes y defensores de los Derechos Humanos en Cuba puedan filmar y enviar a YouTube episodios de represión, eventos organizados por la propia disidencia, etcétera, y todo ello prácticamente en tiempo real.

Redacción

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