Precisamente, el primer gran hito de la cultura alternativa en Cuba, que pone al desnudo el carácter represivo de la naciente revolución cubana, tiene como protagonista al género cinematográfico. Se trata del documental “PM”, de Sabá Cabrera Infante y Orlando Jiménez Leal.
El cine
El cine ha sido una de las expresiones culturales alternativas de mayor relevancia en la Cuba de los hermanos Castro. Tan es así que en el año 1961 el documental “PM”, considerado “un homenaje a La Habana y a la noche” por sus realizadores, fue calificado “material nocivo para los intereses del pueblo cubano y su revolución”, y prohibido por el régimen. “Fue la primera vez que en Cuba se prohibió una manifestación artística per se, en sí misma, es decir, sin ninguna connotación política”, ha dicho a propósito el escritor Guillermo Cabrera Infante.
La respuesta de los intelectuales, fundamentalmente nucleados alrededor del semanario Lunes de Revolución, fue colectar más de cien firmas de figuras públicas en protesta por la censura. Ello obligó al régimen a convocar tres sesiones de debate en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional, rematadas por las ya citadas “Palabras a los intelectuales” de Fidel Castro: “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”.
Desde entonces, el gobierno comunista estableció un estricto control ideológico sobre la producción cinematográfica. Las películas comenzaron a ser censuradas por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfico (ICAIC), dependencia del Ministerio de Cultura castrista.
No obstante, aquí y allá el cine cubano “contestatario” ha dado no pocas muestras de rebeldía. En 1991, por ejemplo, la película “Alicia en el pueblo de maravillas”, de Daniel Díaz Torres, volvió a poner a prueba la paciencia del régimen, que finalmente la retiró del circuito de exhibición nacional. Más recientemente, la “Muestra de Nuevos Realizadores” o “Muestra Joven”, un espacio audiovisual independiente fundado en el año 2000, ha visto censurados los documentales “Revolution” de Mayckell Pedrero, sobre el contestatario dúo cubano de hip hop Los Aldeanos, y “Despertar”, sobre el rapero cubano Raudel Collazo, de la agrupación Escuadrón Patriota. A consecuencia de esta última censura renunció el director del evento, Fernando Pérez.
La caricatura
El humor ha sido siempre un arma crítica de primer orden, y el actual régimen en el poder en Cuba lo tuvo claro desde el principio. De manera que se las arregló para forzar el cierre de los periódicos humorísticos La Calle y El Pitirre a mediados de 1961, además del semanario Zig-Zag.
“A pesar del cierre de El Pitirre, entre 1961 y 1970 se desarrolló un fenómeno interesante en el mundo de la caricatura”, apunta el pintor y caricaturista Luis G. Fresquet. “Los pitirreros ―Chago, Jesús de Armas, Chamaco, Fornés y tal vez algunos más―, continuaron haciendo dibujos basados en el concepto-línea-contenido y crearon personajes como Sabino, Salomón, Don Ufano… Estos personajes fueron considerados por los funcionarios estatales como controversiales por sus sutiles y filosóficas críticas sociales. La mayoría de los personajes tuvieron una corta existencia en la prensa impresa de la isla. Tanto los dibujos como sus creadores fueron desaparecieron de la vida cultural junto con todo el conjunto de símbolos que poseían; tal vez, olvidados en un cajón o rechazados con excusas tan superficiales y absurdas como la que le escuché decir a un editor de una revista semanal: Sus dibujos son muy intelectuales y el pueblo no los va entender”.
Aunque actualmente no existe un grupo organizado de caricaturistas que desafíe al régimen desde dentro de Cuba, muchos jóvenes artistas llegados al exilio han continuado la tradición contestataria propia de la caricatura cubana, y son disfrutados clandestinamente en la Isla.
Las artes plásticas
Hay un momento ya célebre en la plástica cubana de los años ochenta, ocurrido exactamente en mayo de 1990. Inaugurando la exposición “El objeto esculturado”, en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, en La Habana, el joven pintor Ángel Delgado defecó —rodeado de huesos verdes— sobre un ejemplar del Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba, el periódico Granma, y fue condenado a 6 meses de cárcel por ello. Allí mismo y a esa hora el performance de Delgado resumía, o formalmente etiquetaba, a una generación de artistas que, en palabras del crítico Rafael López Ramos, se caracterizaron por ser “protagonistas de segunda fila y testigos de primera, sin que esta condición guarde relación alguna con la calidad de sus obras, sino más bien con su poca capacidad para el simulacro y la doblez moral que hubieran necesitado para negociar con las mismas instituciones (todas estatales) que llevaban más de cinco años censurando sus exposiciones”. Una generación irreverente y, en consecuencia, enemiga a los ojos del Poder.
En 1989, el crítico Gerardo Mosquera reconoce que las artes plásticas “constituyen ahora (los años ochenta) la tribuna más osada en Cuba”. Y es que esta expresión alternativa funcionó, fundamentalmente entre los años 1985 y 1990, como una especie de catalizador “en la toma de conciencia sobre los graves problemas que afectaban al país”.
Actualmente existen en Cuba galerías alternativas, fundamentalmente en las viviendas de pintores que exhiben sus obras y las montan artesanalmente. En algunas de ellas es frecuente hallar arte contestatario o crítico con el Poder.
Grafitis: El Sexto
El desarrollo del grafiti como expresión del arte contestatario en Cuba ha sido accidentado y más bien tardío si se le compara con el resto del mundo. Sin embargo, en los últimos dos años ha vivido una explosión de popularidad gracias al trabajo de El Sexto, sobrenombre del artista Danilo Maldonado Machado, único grafitero cubano que ha asumido, que se sepa, su arte como expresión disidente.
El Sexto pinta sus grafitis en las calles de La Habana, en paredes, ruinas, autobuses, señales de tránsito, etcétera, reclamando libertad y últimamente recordando a Laura Pollán, la fallecida líder de las Damas de Blanco. Su arte público suele ser diluido por las autoridades, generalmente con pintura rosada. En una de sus imágenes, El Sexto afirma que su arte es más poderoso que las armas de sus represores. En diciembre de 2011, tras detenerlo, la policía política intentó rebajarlo diciéndole que en realidad no era un contrarrevolucionario, ni un artista, “ni nada”, sino un simple drogadicto.
“El Sexto es una especie de Robin Hood, un rostro anónimo que sobrevive en Cuba asumiendo un compromiso social y, por lo tanto, El Sexto está en todas partes llegando desde todas partes, respondiendo a la alienante campaña mediática que desde hace más de una década produce consignas para la liberación de cinco espías condenados en Estados Unidos”, se define a sí mismo Maldonado a propósito de una entrevista concedida a la página online The Stark Life.
“A pesar de que la Internet cubana está en el paleolítico, el mundo nos sigue y seguimos el mundo”, remata.
Redacción
No hay comentarios:
Publicar un comentario