Desde hace tiempo la resistencia al totalitarismo se hace sentir en China, el gigante asiático del capitalismo febril (o fabril) y la represión política. Precisamente en junio de este año fue encontrado muerto en un hospital de Shaoyang, tras pasar más de 22 años en la cárcel por participar en las protestas de Tiananmen, el disidente chino Li Wangyang. La policía política china ha asegurado que se suicidó, pero sus familiares desconfían de la versión oficial y el Centro de Información para los Derechos Humanos y la Democracia no descarta que “los guardias de seguridad que lo vigilaban lo torturaran hasta la muerte y simularan luego un suicidio”.
En cualquier caso, los sucesos de la Plaza de Tiananmen ―multitudinarias manifestaciones contra el régimen lideradas por los estudiantes chinos en 1989, y finalmente sofocadas por el ejército― constituyen sólo la punta de un iceberg que durante años ha derivado hacia las costas de la democracia sin conseguir alcanzarlas, pero cuya presencia se ha hecho sentir poderosamente.
En el campo de la disidencia cultural china, los exponentes son numerosos. Dos de ellos, sin embargo, han destacado en los últimos años por su presencia mediática y los reconocimientos internacionales recibidos: se trata del escritor Liu Xiabo, participante en las protestas de Tiananmen, y el artista y arquitecto Ai Weiwei.
Liu Xiaobo
El escritor chino Liu Xiaobo, galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2010 y encarcelado desde 2008 por pedir reformas democráticas en su país, nació en Changchun (Jilin) el 28 de diciembre de 1955. Comenzó sus actividades disidentes precisamente en la Plaza de Tiananmen, en 1989. Ese año Liu abandonó su estadía como profesor visitante en la Universidad de Columbia, en Nueva York, para integrarse a una serie de huelgas de hambre en las protestas estudiantiles de la plaza.
Según refieren los biógrafos de Liu, el 4 de junio de 1989 él y otros tres activistas salvaron cientos de vidas al negociar una salida pacífica de la plaza antes de que los tanques del ejército popular chino mataran a los centenares de manifestantes que se negaban a abandonar las inmediaciones.
Con Tiananmen llega la primera condena del futuro Premio Nobel, de dos años de privación de libertad. En 1996 Liu recibe una segunda sentencia de tres años de reclusión en un campo de trabajo o de reeducación laboral (conocidos en China como “Laogai”), donde contrajo matrimonio con su actual esposa, la poetisa Liu Xia.
Liu es elegido presidente del Centro Independiente Chino PEN en 2003, cargo que ocupa hasta 2007. El 8 de diciembre de 2008 es detenido nuevamente tras firmar la Carta 08, un documento que pedía al gobierno derechos recogidos en la Constitución china como la libertad de prensa y de expresión, el multipartidismo y la protección del medio ambiente. El manifiesto estaba inspirado en la Carta 77, que la oposición checoslovaca redactó en 1977 y que contribuyó a la caída del régimen comunista en 1989. Así, a finales de 2009 Liu fue formalmente condenado a 11 años de prisión por “incitar a la subversión del poder del Estado”, un cargo usualmente utilizado por las autoridades totalitarias para silenciar las voces críticas.
En 2010, la reacción del régimen chino a la concesión del Nobel fue estruendosa. El embajador de Noruega en China fue convocado por el Ministerio de Relaciones Exteriores en octubre, y se presentó una queja oficial contra el otorgamiento del alto galardón a Liu Xiaobo. Pekín incluso amenazó a los noruegos con romper relaciones comerciales, obligando al canciller de ese país europeo a recordarles a las autoridades comunistas que el Nobel no es un premio gubernamental, sino independiente. Mientras, la policía china disolvía el banquete en honor del escritor, convocado por internautas chinos, abogados de derechos humanos y académicos.
En diciembre del pasado año, cinco premios Nobel de la Paz lanzaron una campaña para pedir la liberación del disidente. El grupo denunció que Liu es el único premio Nobel que se encuentra preso en la actualidad: “La comunidad internacional parece haber olvidado que un año después de la ceremonia de entrega del premio, Liu Xiaobo permanece encarcelado en China en duras condiciones… Pedimos a todos aquellos comprometidos con la libertad de pensamiento y de opinión que se unan al comité en sus esfuerzos para conseguir la liberación de Liu Xiaobo”.
Más recientemente, el pasado 20 de marzo de 2012, diversos colectivos e instituciones participaron en una lectura pública de textos del escritor chino. La iniciativa, surgida en Berlín durante el Festival Internacional de Literatura, tuvo gran acogida en el grupo de Burgos (España) de Amnistía Internacional, el que junto a grupos de otros 32 países lideró el evento.
Ai Weiwei
Ai Weiwei (Pekín, 28 de agosto de 1957), uno de los artistas chinos de más renombre internacional, comenzó su actividad disidente en 1979. Ese año fue uno de los fundadores del colectivo de artistas Stars (Xingxing), en contra de la uniformidad de la Revolución Cultural china, y que la presión de las autoridades comunistas disolvió en 1983. Las obras de Ai, grandes instalaciones marcadas por el ingrediente arquitectónico, han desafiado tradicionalmente al poder totalitario.
En el año 2000, tras regresar a China luego de más de una década de residencia en Estados Unidos, Ai organizó junto al crítico y comisario de arte Feng Boyi una controvertida exposición en Shanghái (“Fuck-off”), que fue clausurada por la policía. El hecho marcó su mayoría de edad como artista contestatario. Pero es cuando diseña la intrincada estructura del estadio de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, conocido como “Nido de Pájaro”, que Ai salta a la fama internacionalmente. Un año antes de que comenzara la Olimpiada rechazó la utilización que estaba haciendo el régimen de su obra. “Pensé que los Juegos y diseñar el estadio eran una buena oportunidad para mostrar al mundo que China quiere cambiar de forma sincera su historia”, dijo en declaraciones recogidas por el periódico español El País. “Pero tratando con esos burócratas me di cuenta de que los Juegos no iban a ser un momento de celebración sino un viejo juego de propaganda. Esto me entristeció mucho, y anuncié que no quería tener nada que ver con ellos (…) Los Juegos Olímpicos no fueron más que una sonrisa simulada, algo totalmente vacío. Fueron el ejemplo extremo de una sociedad contemporánea falsa y totalitaria. Muestran la timidez del gobierno, lo asustado que está, el miedo que tiene a enseñar los problemas, la verdad”.
Sus insistentes críticas sobre la mala calidad constructiva de las escuelas destruidas durante el terremoto de Sichuan de 2008 (lo cual costó miles de vidas) fueron la gota que colmó la copa de la paciencia gubernamental. En noviembre de 2010 Ai fue arrestado en su vivienda tras anunciar la organización de una cena de camaradería en Shanghái, con la que pretendía denunciar la demolición de su estudio en esa ciudad. Aunque Ai Weiwei tenía el beneplácito de las autoridades de Shanghái en el momento en que levantó su estudio, en el que invirtió más de un millón de dólares, finalmente éste fue destrozado por las autoridades comunistas.
Ai ha sido objeto de constantes intentos de desestabilización por parte de la policía política china. Lo han acusado de “evasión” de impuestos ―por lo que fue detenido sin cargos en abril de 2011 y permaneció en régimen de aislamiento hasta su libertad condicional en junio del mismo año (su compañía de diseño ha sido multada con 2,4 millones de dólares por este concepto) ― y hasta de pornógrafo. A finales del pasado año Ai fue injustamente tachado de esto último por haberse fotografiado con cuatro mujeres como Dios los trajo al mundo. Entonces el blog “Desnudez de fans de Ai Weiwei. Escucha, Gobierno chino: La desnudez no es pornografía”, fue abierto en solidaridad con el artista. El productor de video Zhao Zhao, quien tiró las fotos por las que se incriminó al disidente, dijo que la policía de Pekín lo interrogó por cuatro horas a propósito del performance fotográfico.
Ai, que cuenta con alrededor de 150,000 seguidores en su cuenta de Twitter, ha ganado celebridad internacional en el sector artístico. A medida que su fama crecía en China y el exterior, el artista comenzó a utilizarla en la promoción de los derechos humanos en su país. Uno de sus mensajes colgados en la red del pájaro azul reza: “No hay deporte más elegante que tirar piedras contra la autocracia”.
“El mayor éxito de las sociedades totalitarias es hacer pensar a la gente que no es nada, que haga lo que haga nada va a cambiar, y contra eso me rebelo”, asegura Ai. Su famosa foto del puño cerrado con el dedo corazón extendido en la plaza de Tiananmen, tomada en 1993, es una respuesta directa, nada metafórica, a esa pretensión. “La hice pensando en lo que había ocurrido allí [la matanza de 1989], pensando en nuestro gobierno”, apunta. Su nombre es ya un símbolo de la resistencia cultural contra el totalitarismo.
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