La historia del historiador Mart Laar, primer ministro de Estonia en dos periodos, de 1992 a 1994 y de 1999 al 2002, es la historia de un cruzado de la libertad. Nacido en el condado estonio de Viljandi en 1960, y considerado actualmente el arquitecto del episodio de transformación socioeconómica más sobresaliente de las últimas dos décadas en Europa (la reforma en Estonia), el joven Laar destacó en los años ochenta como animador del movimiento nacionalista estonio que se oponía a la ocupación soviética. Es a partir de esta toma de posición que desarrolla una carrera meteórica en el pequeño país báltico, al punto de convertirlo en una de las economías más libres y con mayor nivel de crecimiento en todo el mundo.
Entre las manifestaciones que precedieron a la liberación de Estonia figuran varios eventos musicales masivos, como el festival de 1988 que congregó en Tallin a más de 250.000 personas, un cuarto de la población adulta del país, y que se convirtió en un clamor por la independencia. “La revolución de las canciones”, como se le llamó al movimiento en el que también participó activamente Mart Laar, duró más de cuatro años, con varias protestas y actos de desafío. Los estonios actuaron como escudos humanos para proteger estaciones de radio y televisión de los tanques soviéticos. De esta manera la música, sobre todos los temas patrios y tradicionales, e incluso de raíces occidentales (como el rock), funcionó como factor de cohesión nacionalista frente a la invasión extranjera, jugando un papel decisivo en la liberación del país.
Cuando tras lograrse la independencia de Estonia Laar ocupó el cargo de primer ministro, en 1992, sólo tenía 32 años. Ante sí tenía un doble desafío: Integrarse a Occidente retando abiertamente la hegemonía rusa, que había mantenido al país bajo su yugo durante medio siglo, y convertir a Estonia en un país próspero. Ambos retos fueron asumidos.
Bien pronto Laar negoció la retirada de las tropas rusas del territorio estonio e introdujo el kroon, una de las monedas más estables de Europa Oriental. Bajo su gobierno, Estonia removió los controles de precios, eliminó regulaciones inútiles y experimentó el mayor aumento en ingreso per cápita real de entre todos los países del antiguo bloque soviético.
“Estonia debió luchar por su independencia y por su libertad durante muchísimo tiempo ―declaró Laar en una conferencia ante la Cámara Costarricense-Norteamericana de Comercio (AMCHAM), en 2006―. En 1991, después de 50 años de ocupación, nos independizamos. En 1992, lo único que había para vender en Estonia era brandy de Armenia y vodka ruso. Todos los demás alimentos estaban desaparecidos, pero se podían encontrar en el mercado negro. Cuando uno quería comprar algo tenía que hacerlo con libreta; para comprar leche por lo menos había que tener tres niños, y la mayoría de los productos básicos ni siquiera estaban disponibles. No había gasolina disponible, o sea, no había automóviles en las calles. Lo que heredamos de los comunistas fue devastador. Nuestra inflación llegó al 1.000%, nuestra economía decreció en un 30% y dependíamos totalmente de Rusia… no había qué producir para vender a los mercados mundiales”.
Para revertir este deplorable estado de cosas y alcanzar el desarrollo, el joven gobernante debió recurrir a una terapia de choque en forma de privatizaciones, liberalización comercial y rigor financiero en un país agobiado por la penuria energética y el racionamiento alimentario. Hoy en día Estonia se ubica en el reducido grupo de países con muy alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), se ha integrado a la zona euro y marcha a la vanguardia de las naciones del antiguo bloque comunista en lo que se refiere a crecimiento. En el año 2000, el gobierno estonio fue pionero a nivel mundial al transformar las reuniones de su gabinete ejecutivo en sesiones sin documentos en papel, pasando a utilizar un sistema de bases de datos conectadas por Internet. También es posible acceder vía Internet y en tiempo real a la descripción de los gastos efectuados por el Estado y los ciudadanos pueden hacer su declaración de la renta a través de la Red.
Junto con el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, Mart Laar ha promovido un panel internacional para investigar los crímenes cometidos por el comunismo en Europa, sobre el principio de que éstos no han sido denunciados con la misma energía que los cometidos por el fascismo. En 2006, al ex primer ministro le fue otorgado el Premio Milton Friedman, en reconocimiento a su labor en la “espectacular transformación de su país hacia una de las economías más libres y dinámicas del mundo”.
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