Recientemente un amigo, de regreso a Miami tras visitar la zona oriental de Cuba, me comentaba sobre el cada vez más creciente acceso a Internet de los cubanos. Pensé que era una de las muchas bromas que él acostumbraba a gastarnos ―es público y notorio que el acceso a la Red en la Isla resulta prohibitivo―, pero nuestro “informante” insistió: “Que sí, que se conectan a Internet de manera diferida…”, y sonrió: “El mercado de los USB florece por todas partes”.
Efectivamente, los cubanos ya se conectan a Internet de manera diferida pero fluidamente, alquilando o comprando USB cargados con series televisivas, artículos de la prensa online, partidos de fútbol, etcétera, etcétera, etcétera. “Los proveedores evitan grabar programas de corte político o anticastristas, y material pornográfico, para no meterse en problemas… pero todo lo demás se renta e intercambia en cantidades industriales”, aseguró nuestro amigo. Según él, a alquilar un USB, al menos en el oriente de Cuba, los jóvenes le llaman ahora “Salir al mar”.
Con la autorización gubernamental para importar y comprar equipos de DVD hace pocos años, comenzó a florecer el mercado de los puertos USB en la Isla. Según Jorge Morales y Harold Cárdenas en La Joven Cuba: “Lo mismo una camarera que un vendedor en un puesto de fritas tienen su memoria USB. Lo más interesante es que una gran mayoría de los que la tienen no poseen computadoras como en otros lares (…) Existe un mercado de información (totalmente subterráneo) donde un gran porciento de los cubanos se mantiene informado lejos de los canales oficiales. A este mercado de información se les llama los cargues; un cargue es de unos 60 gigabytes a 120 gigabytes que dependiendo de la mano que te toque puede tener un precio por cada uno de 1 cuc o 2 cuc (…) En un cargue puedes ver la última versión de Wikipedia offline, Ubuntu Linux, muchos más detalles de la Scarabeo 9 (plataforma de exploración petrolera que trabaja en la actualidad en aguas cubanas) que lo dicho en el noticiero nacional o software pagos con su crack y todo (…) Son un camino totalmente distinto para que le llegue la información al cubano, que ya conoce Youtube, Facebook y Google sin haberse nunca conectado a la Red de Redes ni tener computadora personal”.
Pero como afirma José Agramonte Leyva, director de la Agencia Camagüeyana de Prensa Libertad (joseagrleyva33@yahoo.es), los USB son también combatidos por las autoridades cubanas. En Camagüey (centro de Cuba), el servicio de Intranet brindado por el Estado ―Correo de la Zona.1― prohíbe el uso de memorias USB para extraer o enviar información, no se permite imprimir y mucho menos copiar correos para una memoria USB y, por supuesto, no hay acceso a páginas internacionales.
La ciudad brinda, sin embargo, un segundo servicio reservado para extranjeros. En la calle República #453 e/t San José y San Martin, señala Agramonte Leyva, “se encuentra ubicado el llamado Telepunto de Etecsa”. El extranjero se presenta “ante la dependiente del Telepunto y pide una tarjeta en divisas para Internet, la cual es vendida siempre que este extranjero presente su pasaporte y se le tomen sus generales, con el objetivo de controlar quién dentro de la provincia tiene acceso a Internet, y de qué cantidad es el costo de tiempo de la tarjeta”. Y añade el periodista independiente: “Si el extranjero desea dejarle esa tarjeta a un cubano para que la continúe recargando, las autoridades cancelan de inmediato el servicio”.
El miedo a Internet
A todas estas, desde hace un año debía estar funcionando entre Cuba y Venezuela el famoso cable de fibra óptica que supuestamente iba a aumentar 3,000 veces la conectividad de la Isla, facilitando el acceso a los internautas cubanos. Pero nada se sabe a ciencia cierta de un proyecto que, como asegura el periodista Fernando Ravsberg, corresponsal de la BBC en Cuba, “costó decenas de millones de dólares pagados por los trabajadores que aportan el dinero del presupuesto estatal, los que siembran, los que construyen, los que trabajan en Venezuela para garantizar ese petróleo imprescindible para el país”. Y añade en artículo publicado en mayo pasado en su blog:
“Creo que esa gente tiene derecho a saber qué hicieron con su dinero, por eso fui a ver al Ministro de las Comunicaciones y, tras evadir el férreo marcaje de su jefa de prensa, logré que me respondiera, de bastante mal humor, que no tenía nada que decir sobre el cable. Habrá que apostar entonces por la propuesta del periodista cubano Francisco Rodríguez, quien convocó a los blogueros a tratar entre todos de encontrar el cable submarino de fibra óptica que llegó desde Venezuela hace ya más de un año”.
En mayo pasado, el ministro de Ciencia y Tecnología de Venezuela, Jorge Arreaza, declaró a la prensa que el cable de fibra óptica estaba “absolutamente operativo” y que “dependerá del gobierno de Cuba para qué lo utiliza”. Unas declaraciones que confirman la información brindada por José Remón, ex alto funcionario de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETCSA), desde 2011: el cable ha estado operando, pero restringido a entidades gubernamentales cubanas y venezolanas.
Según dijo el especialista a El Nuevo Herald, las autoridades cubanas no han activado su lado del cable para conectarse con la red World Wide Web a través de Venezuela, y las autoridades venezolanas no han activado el cable como una conexión de Internet a Cuba.
Según Remón, “las restricciones de Cuba en el uso del cable de fibra óptica ALBA-1 muestran que el gobierno teme al impacto de un acceso más amplio a Internet”.
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