Addiopizzo / Italia

El “pizzo” es la tasa, o extorsión, que la Cosa Nostra (organización criminal de Sicilia) impone a todos los negocios instalados en su territorio, y que puede llegar a ser hasta del 30% de las ganancias. En el verano de 2004, siete amigos que planeaban abrir un bar en Palermo se plantearon qué harían cuando el mafioso de turno pretendiera exigirles dicho pizzo. La respuesta tuvo lugar sobre el terreno, aunque el bar nunca llegó a abrirse: Los jóvenes llenaron esa ciudad del sur de Italia con pegatinas que rezaban “Un pueblo que paga el pizzo es un pueblo sin dignidad”. Fue el comienzo de un movimiento cívico que inmediatamente se conoció como “Addiopizzo”. Nacía un nuevo sistema de lucha contra el crimen organizado, y en su propia cuna.

“Consumo Crítico Addiopizzo”. En Sicilia, la campaña “Contra el pizzo, cambia tus compras” ha estado creando en los últimos años un grupo de consumidores dispuestos a apoyar a los comerciantes que se oponen a la extorsión y que, venciendo al miedo, denuncian a los extorsionadores. Hoy son ya más de 700 los comercios que han declarado abiertamente su renuencia a pagar, y que lucen en sus inmuebles el distintivo del movimiento. A su vez, más de 10.000 clientes han anunciado también, públicamente, su respaldo a la campaña.

“La idea fundamental es crear un hilo directo entre los comerciantes que se oponen al impuesto mafioso y los ciudadanos que, sumándose a la iniciativa, hacen la compra en estas tiendas”, señala un artículo en la web del movimiento (www.addiopizzo.org). “La solidaridad y el afecto de muchos ciudadanos, no sólo sicilianos, es la verdadera fuerza de Addiopizzo, que cada día ve incrementarse el número de mensajes de apoyo en el guestbook de su página web. Los mismos comerciantes ya se muestran satisfechos de su adhesión a la campaña no sólo por el aumento de las ventas sino también por el cariño que los ciudadanos les muestran con un simple abrazo”.

La intención era y es “crear un circuito de economía limpia y promover las denuncias colectivas, el único modo de no hacerse asesinar”, apuntan los promotores de la iniciativa. Pero, ¿cómo se pusieron de acuerdo, cómo vencieron el miedo, cómo se organizaron cívicamente teniendo en cuenta que lo hacían enfrentando a una organización criminal cuyo historial violento es notorio?

Primero las reuniones fueron secretas y las pegatinas se pusieron de noche, furtivamente: el anonimato jugó un papel cohesionador y de crecimiento. Después, tras las primeras reacciones, se conformó el Comité Addiopizzo, que se dirige directamente a los consumidores y reparte información relativa a la campaña, manera de estimular indirectamente a los empresarios Addiopizzo, receptores de la solidaridad pública: el consumo. En Palermo, el Comité recoge y distribuye una lista actualizada de los comerciantes que no pagan a los extorsionadores, además de otra de los usuarios críticos que se solidarizan consumiendo.

En el 2005 se empezó a premiar a los empresarios que se rebelaban contra el pizzo como modo de dar visibilidad y proteger a los “rebeldes” organizados cívicamente. El éxito de la feria de la plaza Magione, el 5 de mayo de 2006 ―primera exposición de “Consumo Crítico”―, constituyó un hito altamente estimulante. La inauguración en 2008 del primer supermercado libre del “pizzo” en Sicilia, el “Emporio”,  fue otro de ellos. Adicionalmente, y en un gesto no menos determinante, la policía y las instituciones se han comprometido a garantizar la seguridad vigilando discretamente las evoluciones del movimiento.

En la segunda mitad de este año 2012, resulta evidente que Addiopizzo constituye una victoria y una manifestación contundente del alcance del poder ciudadano. Y sigue creciendo.

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